Alguien me dijo alguna vez que aquel hombre con sólo pares de cuerdas podía lograr dar vida a unos pintorescos personajes. Aquel hombre poseía un comienzo, una introducción que en definitiva caería en el mísmisimo fin. Era dueño de un conflicto cuyo desarrollo era eficaz, pero a la vez inexacto. Sus personajes estaban dotados de amabilidad, destreza, pero a la vez tristeza y soledad. No me extrañaría que a él le haya pasado eso... Ser el dueño de una historia que desembocaría inevitablemente en el vacío, en las cenizas.
Me llama la atención el punto en el que se diferencia ficción y realidad. ¿Qué es, por un lado, la ficción y qué la realidad, por el otro? Ficción, el modo de inmortalizar la misma realidad. En definitiva no hay una línea estrecha que diferencie estos dos aspectos, sin embargo, hay un elemento esencial en estas historias, el titiritero. Este creador de personajes, destinos, desde un punto de vista no tan egoísta, refleja en estos personajes sus inquietudes, sus conflictos, así como también sus sueños, su felicidad diaria. ¿Y no es acaso esta dualidad la esencia de la vida? Y me maravilla pensar que este simple titiritero quiera inmortalizar esa dualidad en sus personajes, en sus creaciones.
Pero, hay algo que difiere a la realidad de la ficción, aunque en muchos casos esta última sea un reflejo de la primera, y es que en la realidad todo está dado, si alguien tiene que sufrir, sufre, si alguien tiene que ser feliz, lo es siempre y cuando se relacione de tal manera con las demás personas... el hombre no puede elegir su destino, porque no elige cómo tratar sus relaciones sociales. En cambio, el titiritero, inteligente, y más sabio que cualquier Dios de cualquier religión, sabe muy bien cómo son las dos personas, qué acciones tomar, cómo recuperar lo perdido, y cómo seguir adelante, no sabe el desenlace, es incierto, pero sabe los rumbos. Esta es la simple diferencia entre ficción y realidad. La incertidumbre de la segunda. La noción de la primera.
Es gracioso como la mayor parte de los escritores son ateos y sin embargo, en cada una de sus historias, en cada una de sus creaciones, son un Dios, un creador, cuyos personajes dependen de sus inquietudes, de sus temores, de sus frustraciones, de sus frutos, de sus virtudes. Y esto también me lleva a la idea de Dios. ¿Será el gran titiritero? Y sí es así, ¿nosotros somos a caso eso...? Sus temores, sus frustraciones, sus deseos, sus esperanzas... Lástima que somos personajes y no creadores... sabemos la introducción, estamos en pleno conflicto, en pleno desarrollo, pero una vez más, como cualquier personaje de ficción desconocemos lo que el titiritero tanto conoce... quiénes somos y en qué nos vamos a convertir...